HACIA UN MUNDO SOSTENIBLEEL COMPROMISO DEL DESARROLLO Y DEL PROGRESO CON EL MEDIO AMBIENTELa disputa entre el hombre y la naturaleza se inició probablemente en Asia Menor, hace unos diez mil años. El hombre del neolítico sintió la necesidad de dominar su hábitat en lugar de convivir armoniosamente con él. Bastó que inventara el fuego para desencadenar, entre otros fenómenos, el de la erosión del suelo y el de la contaminación del aire. Abandonó su vida nómada, destruyó bosques para cultivar la tierra, cazó animales en gran escala, hasta que solamente en el siglo XVII empezó a calcular comparativamente los progresos realizados, lo cual le ha llevado a ser catalogado en la actualidad como el ser viviente más devastador del planeta.Los indicios de antagonismo entre el ser humano y el medio físico son hoy patentes, producto de un modelo de comportamiento egocéntrico, con tendencia al dominio absoluto de la naturaleza, desprovisto de la percepción consciente de sus limitaciones y de las consecuencias de las actitudes netamente extractivas y especulativas. Esta realidad ha configurado sustancialmente, con diversos matices, el proceso de desarrollo de todas las naciones a lo largo de su evolución, mediante el progreso, hacia la consolidación de la cultura de la civilización contemporánea. Sin embargo, la progresiva percepción de la problemática del medio humano, que frecuentemente genera expresiones contestatarias y reivindicativas de diversa índole y trascendencia, constituye un hecho ciertamente positivo, que confirma el aumento de la sensibilidad de la sociedad civil en relación con los problemas ambientales.El motivo que persigue la exposición de los comentarios y argumentos incluidos en este ensayo, es precisamente generar una conciencia de discusión, análisis y debate sobre el grado de impacto que ha tenido la relación del hombre con su sustrato vital a lo largo de la historia. Partiendo de la indiscutible premisa de que la innovación y el crecimiento de la tecnología han tenido a lo largo del tiempo notable influencia tanto en la generación como en la corrección de agresiones al medio ambiente, la obra propone un ejercicio de reflexión seria y crítica sobre el papel que el hombre ha desempeñado y debe asumir como actor y protagonista de las actitudes que condicionan inevitablemente su propia existencia. Todo ello, en el contexto de un entorno que cuenta con recursos limitados, cuya disponibilidad la sociedad ha de garantizar cimentando una cultura ecológica de dimensión planetaria, equilibrada, solidaria y sostenible. MAURICIO ESPALIAT CANUBarcelona – Enero 2014